Baltzola

Baltzola

Investigador principal: Olivia Rivero

La cueva de Baltzola se encuentra en el promontorio de Kobagan en la ladera sur del monte Bargondia, de cara al pequeño valle cerrado por los altos de Bargondia, Garaio y Basabil. El paisaje se abre hacia la cuenca del arroyo de Indusi que desemboca posteriormente en el río Arratia. Pertenece al municipio de Dima situado en el área interior centro-oriental del Territorio Histórico de Bizkaia.

Baltzola es el primer yacimiento en cueva de Bizkaia del que se tiene constancia a través de la bibliografía. La existencia de la cavidad y de su depósito ya es señalada durante el siglo XIX y la primera intervención arqueológica se debe al alemán F. Jagor en 1866 (cuyas piezas recuperadas fueron atribuidas al magdaleniense por G. Mortillet). En 1912, A. Gálvez Cañero excavará en la cueva de manera imprecisa (atribuyendo algunas de las piezas al magdaleniense y al aziliense y otras al neolítico). Los materiales de ambas intervenciones permanecen en paradero desconocido.

Posteriormente es J.M. Barandiaran Ayerbe quien en 1932 vuelve a sondear el yacimiento de Baltzola aunque sin aportar tampoco una información más precisa (atribuyendo algunos de los materiales recuperados al final de Tardiglaciar) y más tarde E. Berganza Gochi, M. Muñoz Salvatierra y J.L. Marcos Muñoz (1979) excavarán un enterramiento colectivo sobre una galería colgada en el lateral derecho del portalón de la cueva, que atribuyen al Calcolítico y a la Edad de Bronce, en función del ajuar.

En 2006 se inició un nuevo proyecto arqueológico, dirigido por L. Zapata Peña, que tuvo como fin conocer la secuencia crono-cultural del yacimiento y la secuencia paleoambiental del entorno de Axlor y Baltzola, así como dar continuidad a las actividades arqueológicas desarrolladas con anterioridad en la cueva, localizando posibles niveles musterienses, y otros pertenecientes al magdaleniense superior-final, al aziliense y a momentos post-paleolíticos.

En el año 2016, en el marco de unos cursos de espeleo-socorro, se identificaron unas grafías de posible origen paleolítico y, al año siguiente, se planteó la prospección y el estudio completo del arte parietal de la cueva de Baltzola, contando con la asistencia del Grupo Espeleológico de Matiena (GEMA). La prospección sistemática de la cavidad ha permitido documentar un único sector decorado (sector A) con dos paneles ubicado a poca distancia del área vestibular, frente a la excavación arqueológica. Esta zona se halla en la galería principal de la cueva de Baltzola, cerca de su entrada principal.

En el panel I, se localiza una serie de al menos siete concentraciones de pigmento rojo descolorido en posición vertical y una horizontal. Los trazos son muy finos y se interrumpen debido a los accidentes del soporte, por lo que se considera que han sido trazados con un lápiz en seco. Esta figura podría identificarse como un ideomorfo, un cuadrilátero relleno de trazos verticales. Sin embargo, los vestigios muy difusos de pigmento en la zona de la línea horizontal hacen más plausible su identificación como agrupación de trazos de tendencia vertical. Signos similares a este se observan en otros conjuntos cantábricos como Altamira (Cartailhac y Breuil 1906; Breuil y Obermaier 1935) o la zona IV de La Garma (González Sainz 2003).

En el panel II, se identificó otra figura realizada con pigmento rojo. Se trata de un signo complejo con base muy ancha y dos apéndices triangulares en su parte central, en direcciones opuestas. Además, parece poseer dos líneas paralelas exteriores a la base central de la figura, interrumpidas por los citados apéndices. Pudiera representar a dos “claviformes cantábricos” yuxtapuestos, quizás compartiendo una misma base, o a un “cuadrilátero acolado” con dos apuntamientos.

El modesto conjunto decorado de Baltzola es el ejemplo más meridional de arte parietal paleolítico encontrado hasta la fecha en el oriente de la Cornisa Cantábrica.

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